Conocido también como Doctor Francia, Karai Guazú o el Supremo, nació en la ciudad de Asunción (Paraguay) el día 6 de enero de 1766 y falleció en la misma ciudad el 20 de septiembre de 1840. Es considerado como el ideólogo y principal dirigente político que llevó adelante la independencia del Paraguay de la corona española, de la Junta de Buenos Aires y del Brasil.
Legado
La neutralidad observada por el Doctor Francia en las disensiones de las provincias limítrofes mantuvo al Paraguay en paz con sus vecinos. Su sistema de gobierno le había atraído la simpatía de Juan Manuel de Rosas, gobernado de la provincia de Buenos Aires y virtual gobernante supremo de la Confederación Argentina. Tras su muerte, los cónsules López —sobrino de Gaspar Rodríguez de Francia y más tarde presidente de la república— y Alonso celebraron, imprudentemente, alianza con los unitarios y la alzada provincia de Corrientes (1841 a 1845) en contra de Rosas, violando el principio de neutralidad y de no intervención. El gobernante de la Confederación Argentina, vivamente ofendido por este hecho injustificado, comenzó a hostilizar el Paraguay y a contestar su independencia. Al mismo tiempo, Rosas, mandó publicar en el Archivo Americano, de Buenos Aires (número 29) el elogio al Doctor Francia y la censura de la conducta impolítica y hostil de López hacia el gobierno de la Confederación.
Desde el punto de vista económico, la situación al momento de su muerte era próspera en cuanto a la solución de las necesidades básicas. Se habían expropiado los bienes de los grandes estancieros y de la Iglesia, y establecido un férreo control estatal sobre el comercio. Cada campesino accedía a una parcela de tierra y se le facilitaba la adquisición de herramientas de trabajo y de animales.
La interrupción del comercio, debida tanto al deseo de mantenerse apartado de la influencia de comerciantes extranjeros y de las disensiones internas en la Argentina, como a la persistente hostilidad del gobierno de Buenos Aires que reclamaba al Paraguay como provincia, unido a novedosos mecanismos de protección, facilitaron el desarrollo de ciertas artesanías y diversificación de la producción agrícola, creándose un economía floreciente relativamente autárquica. Sin embargo, la falta de comercio exterior generó una notable falta de ciertos elementos importados, especialmente de metales para el uso diario. El escaso comercio permitido por el dictador permitió adquirir armamentos, pero en cantidades muy limitadas.
Francia había centralizado todas las decisiones, aplastado todo gesto de disenso y eviatado toda posibilidad de ascenso de sus subordinados. También mantuvo una férrea negativa a permitir la educación media y superior y el ingreso de libros y periódicos desde el extranjero. Por último, impidió la formación profesional de los militares, que además obtuvieron solamente grados militares inferiores y conservaron algunos puestos de mando durante un tiempo muy limitado. La consecuencia de toda esta política fue la falta sistemática de hombres ilustrados o capaces de llevar adelante cualquier tipo de responsabilidad política o empresaria. El caso de Carlos Antonio López fue excepcional, por la especial capacidad intelectual de éste, y durante las dos décadas siguientes fue notorio que no tuvo ninguna otra persona en quien depositar su confianza o a quien delegar el gobierno.
El legado de Francia a sus sucesorres fue el de un país sólidamente independiente en lo político y económico, pero incapaz de evolucionar pacíficamente hacia la democracia o la integración económica con el exterior. Por esa razón, el gobierno de López, que se puede considerar su legítimo sucesor en lo político, mantendrí el sistema absolutista sin modificaciones esenciales.
Tras casi un siglo en que su figura fue olvidada fuera de su país, Gaspar Rodríguez de Francia volvió a ser considerado un personaje de interés a partir de su inclusión como el personaje principal de la novela "Yo el supremo", del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, Premio Cervantes 1989.
Revolución de Mayo
De familia de clase media, hijo de un inmigrante del Brasil, cursó sus estudios básicos en Asunción, y luego se trasladó a la Universidad de Córdoba, donde cursó Teología obteniendo el título de Doctor en Jurisprudencia y en Cánones. Fue también allí donde se introdujo en las lecturas prohibidas de la Enciclopedia Francesa.
De regreso a Asunción, ejerció su profesión en forma particular y postuló para el cargo de Juez provincial.
Desde mucho antes de la revolución de mayo de 1811, el Dr. Francia mantenía contactos con algunos personajes de Asunción que abrigaban planes independentistas. Al conocerse oficialmente la noticia de la Revolución de Mayo en Buenos Aires, que exigía acatamiento a las intendencias subordinadas, el gobernador Bernardo de Velasco convocó una Junta General de los pueblos de la Intendencia del Paraguay, con cierto carácter de cabildo abierto. En la misma se decidió el Rechazo del Paraguay a la Junta de Buenos Aires; durante la reunión, Francia sostuvo la idea de proclamar inmediatamente la independencia del Paraguay tanto de España como del Río de la Plata, pero su moción no fue apoyada por ninguno de los demás asistentes.
Tuvo activa participación en la preparación de la revuelta de los días 14 y 15 de mayo de 1811, que llevarían de hecho a la Independencia del Paraguay. El detonante de la revolución fue la llegada del teniente lusobrasileño José Abreu, enviado del gobernador Diego de Souza, para negociar la asistencia militar portuguesa Velazco, retenido por Fulgencio Yegros durante tres semanas en Misiones, aparentemente para dar más tiempo a los revolucionarios. En ausencia de Yegros, ideólogo inicial del movimiento, el Dr. Francia organizó las fuerzas políticas y militares que se pusieron en marcha, ya que era considerado como el más capaz y de más amplitud de miras de los revolucionarios.
Inicialmente, el gobernador Velasco no fue obligado a renunciar, sino a acaptar gobernar con dos asociados al gobierno; éstos fueron Juan Valeriano de Zevallos y el Dr. Francia. Durante el breve gobierno de Velazco y sus consocios, dirigió la política interior y exterior del país: cambió la composición del cabildo, incorporando a pequeños hacendados conocidos por Francia, ordenó la desocupación de Corrientes y se esforzó por hacer que los portugueses desistieran de enviar la ayuda a la causa realista que Velasco había pedido.
La Junta de Gobierno paraguaya
El día 19 de junio se reunió un Congreso paraguayo que decidió la deposición de Velasco. En su lugar fue electa una Junta de Gobierno, presidida por el teniente coronel Fulgencio Yegros, como presidente y comandante general de armas, e integrada por los vocales Rodríguez de Francia, el capitán Pedro Juan Caballero, el sacerdote Francisco Javier Bogarin y Fernando de la Mora.
Los desacuerdos entre los miembros de la Junta estallaron pronto, y Rodríguez de Francia renunció a su cargo el 1 de agosto, como protesta ante las constantes irrupciones del poder militar y los amiguismos de los otros miembros de la Junta. Por presión de los jefes militares, unos pocos días más tarde la Junta decidió pedir a Francia que se reitegrara a la Junta. El único miembro de la Junta que se negó a firmar el pedido de que Francia se reincorporara, fray Francisco Bogarín, sería expulsado poco tiempo después.1 El anuncio de su aceptación fue proclamado por el cuartel militar; no obstante, al día siguiente de reasumir Francia su cargo en la Junta, advertía en nota al Cabildo sobre los peligros de la intervención militar:
Los señores del Cuartel no son el Pueblo ni la Provincia... Qué sería de la Provincia si los soldados prevalidos de las armas... levantaran la mano?
Fue el encargado de negociar con Manuel Belgrano el Tratado confederal entre las juntas de Asunción y Buenos Aires, que afirmaría la paz entre ambos gobiernos, pero que no llevaría a la integración de sus territorios en un solo estado.
En virtud de dicho acuerdo, la Junta nombró a Francia diputado al Congreso General que debía reunirse en Buenos Aires. No obstante, ni Francia se incorporó al mismo, ni el planificado Congreso logró ser reunido hasta el año 1813.
EN LA MUERTE DE FRANCIA
¿De quién ha sido maestro?
Nuestro.
¿De su patria con amor?
Señor.
¿Y fué más que Emperador?
Dictador.
Salomón sólo fué rey,
luego es pequeño su honor,
que ha tenido más virtud
nuestro señor dictador.
Cual sol que yendo al ocaso
de noche obscura se ve,
a la región del descanso
nuestro padre se nos fué.
Hombres, niños y mujeres
sus ojos ya son raudales
por plazo de nueve días
como hijo fieles y leales.
Del cañón se oye el furor
y el estruendo del fusil
y en la iglesia repetir
la muerte del dictador.
¿Quien de entre nos se nos fué?
Don José.
¿Quién ejemplo supo dar?
Gaspar.
¿Quién fué padre de arrogancia?
Francia.
Mire el mundo las virtudes
que amó con toda constancia
en la América del Sud,
Don José Gaspar de Francia.
Estos versos fueron escritos en 1840
¿De quién ha sido maestro?
Nuestro.
¿De su patria con amor?
Señor.
¿Y fué más que Emperador?
Dictador.
Salomón sólo fué rey,
luego es pequeño su honor,
que ha tenido más virtud
nuestro señor dictador.
Cual sol que yendo al ocaso
de noche obscura se ve,
a la región del descanso
nuestro padre se nos fué.
Hombres, niños y mujeres
sus ojos ya son raudales
por plazo de nueve días
como hijo fieles y leales.
Del cañón se oye el furor
y el estruendo del fusil
y en la iglesia repetir
la muerte del dictador.
¿Quien de entre nos se nos fué?
Don José.
¿Quién ejemplo supo dar?
Gaspar.
¿Quién fué padre de arrogancia?
Francia.
Mire el mundo las virtudes
que amó con toda constancia
en la América del Sud,
Don José Gaspar de Francia.
Estos versos fueron escritos en 1840
A la muerte del Exmo. Señor Dictador de la República del Paraguay,
debida también a Felipe Buzó, según un manuscrito de letra de la época, cuyo
ortografía se conserva.
Hoy la mano del Criador,
como absoluta en obrar,
decretó a nuestro pesar,
la muerte del Dictador.
¡Qué acaso! secreto arcano:
¡Oh aciago y funesto día!
oye el Pueblo la agonía
y que ha muerto el Soberano:
El Héroe Republicano;
nuestro Sabio Dictador,
el digno y merecedor
de la más alta Excelencia,
dispuso de su existencia
hoy la mano del Criador.
¡Oh qué desgracia estupenda
Hado fatal, cruel momento!
¿quién no tendrá sentimiento
a pérdida tan tremenda?
Y pues si fué sin contienda
el sin segundo y sin par,
sepamos por él rogar
a la Majestad Divina,
que ella así lo determina
como absoluta en obrar.
Grabe el buril su memoria,
su nombre quede esculpido,
que será el cuadro lucido
de nuestra dichosa historia:
Él nos ha dado la gloria
de hacernos hoy respetar;
llorésmole sin cesar,
ciñamos un negro velo,
ya que tan severo el Cielo,
decretó a nuestro pesar.
Ya va el ilustre Campeón
entre sus Tropas formadas,
con Banderas enlutadas,
Lanzas, Fusil y Cañón:
un Sepulcro es su mansión
donde yace con honor;
que el Gobierno sucesor
por su celo incomparable
haga al Pueblo soportable
la muerte del Dictador.
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