sábado, 2 de junio de 2012

Himno nacional del Paraguay

Flag of Paraguay.svgParaguayos, república o muerte es la frase con la que inicia el coro del himno nacional de la República de Paraguay. La letra fue escrita por el uruguayo Francisco Acuña de Figueroa quien también escribió el Himno Nacional Uruguayo.

No se sabe con certeza quien es el autor de la música. Pues unos afirman que fue el francés Francisco Sauvageot de Dupuis, otros que fue el músico húngaro Francisco José Debali, o incluso el italiano José Giuffra. La adaptación que se conoce actualmente es del compositor y músico paraguayo Remberto Gimenez.

(Estas son las estrofas que se cantan en los actos públicos e instituciones)

    A los pueblos de América, infausto,
    Tres centurias un cetro oprimió;
    Más un día soberbia surgiendo,
    ¡Basta! dijo..., y el cetro rompió.

    Nuestros padres, lidiando grandiosos,
    Ilustraron su gloria marcial;
    Y trozada la augusta diadema,
    Enalzaron el gorro triunfal.  Bis.


    Coro

    Paraguayos, ¡República o muerte!,
    Nuestro brío nos dio libertad;
    Ni opresores, ni siervos alientan,
    Donde reinan unión e igualdad.  Bis


Sin embargo, la versión completa es poco conocida en el país, y casi nunca se la canta. Las estrofas que siguen, y completan el himno, son:

    II
    Nueva Roma, la Patria ostentará
    Dos caudillos de nombre y valer,
    Que rivales, cual Rómulo y Remo,
    dividieron gobierno y poder ...
    Largos años, cual Febo entre nubes
    Viose oculta la perla del Sud,
    Hoy un héroe grandioso aparece
    Realzando su gloria y virtud...


    Coro

    III
    Con aplauso la Europa y el Mundo
    La saludan, y aclaman también
    De heroísmo baluarte invencible
    De riquezas magnífico Edén
    Cuando entorno rugió la Discordia
    Que otros Pueblos fatal devoró,
    Paraguayos, el suelo sagrado
    Con sus alas un ángel cubrió.


    Coro

    IV
    Oh!, cuán pura, de lauro ceñida,
    Dulce Patria te ostentas así
    En tu enseña se ven los colores
    Del zafiro, diamante y rubí.
    En tu escudo que el sol ilumina,
    Bajo el gorro se mira el león.
    Doble imagen de fuertes y libres,
    y de glorias, recuerdo y blasón.


    Coro

    V
    De la tumba del vil feudalismo
    Se alza libre la Patria deidad;
    Opresores, doblad rodilla !
    Compatriotas el Himno entonad !
    Suene el grito, República o Muerte !
    Nuestros pechos lo exhalen con fe,
    Y sus ecos repitan los montes
    Cual gigantes poniéndose en pie.


    Coro

    VI
    ¡Libertad y Justicia defiende
    Nuestra Patria; Tiranos, oíd!
    De sus fueros la carta sagrada
    Su heroísmo sustenta en la lid.
    Contra el mundo, si el mundo se opone,
    Si intentare su prenda insultar,
    Batallando vengar la sabremos
    O abrazo con ella expirar.


    Coro

    VII
    Alza, oh Pueblo, tu espada esplendente
    Que fulmina destellos de Dios,
    No hay más medio que libre o esclavo
    Y un abismo divide a los dos
    En las auras el Himno resuene,
    Repitiendo con eco triunfal:
    ¡A los Libres perínclita gloria!
    ¡A la Patria laurel inmortal!


    Coro

Una de las traducciones del himno al guaraní

    Tetãnguéra Amerikayguápe
    tetãma pytagua ojopy,
    sapy'ánte, japáy ñapu'ãvo,
    Ha'evéma!... ja'e ha opa.

    Ñande ru orairõ pu'akápe,
    verapy marã'ỹva oipyhy;
    ha ojoka omondoho itasã,
    poguypópe oiko ko tetã.

    Joyke'y paraguái, iporãma,
    anive máramo ñañesũ;
    mbarete ha tĩndy ndaijavéiri
    oĩhápe joja ha joayhu. BIS 


Himno a la Independencia

Letra: N.M.Talavera.
Esta es una alternativa a la original, que se suele usar en fiestas a la independencia:

Nuestra patria deidad sacrosanta,
que tomo del gran río su nombre,
es la cuna del pueblo en que el hombre
con su esfuerzo se dio libertad.

Aquí alzó la justicia su trono,
levantando su palabra iracunda,
aquí el siervo la infame coyunda,
en coronas trocó de igualdad.

Paraguayos, corred a la gloria, coronad vuestra patria de honor,
inscribiendo brillante en la historia
nuevos timbres de noble valor.
¡Paraguayos! ¡Libertad!
Paraguayos corred a la gloria,
coronad vuestra patria de honor.

Custodiando los patrios altares,
en sus aras la vida daremos,
compatriotas al cielo juremos
sin tiranos por siempre vivir.

Y desplegada en los aires se mire,
de los libres la hermosa bandera,
y los colores luciendo altanera del rubí,
del diamante y zafir.

Augusto Roa Bastos

Escritor Augusto R. Bastos.jpgAsunción, Paraguay, 13 de junio de 1917 - 26 de abril de 2005, fue el más importante escritor paraguayo, a quien se le reconoció internacionalmente con el prestigioso Premio Cervantes. Sus obras han sido traducidas a, por lo menos, 25 idiomas.

 Augusto Roa Bastos nació el 13 de junio de 1917 en Asunción y posteriormente pasó su infancia en Iturbe, un pequeño pueblo de la región del Guairá, en una cultura bilingüe entre el guaraní y el castellano.

Regresó a la capital de su país, donde se formó con la lectura de los libros clásicos franceses, de León Tolstoi y de William Faulkner facilitada por su tío paterno, el obispo Hermenegildo Roa, hombre de origen catalán, con quien vivió.

Era hijo de un hombre de origen portugués que contaba con muy buena educación, y de un burgués de clase media, muy severo y autoritario, quien fue gerente de una refinería de caña de azúcar. Roa Bastos era de origen vasco, portugués y guaraní.

Con 15 años, en 1932, cuando estalló la guerra entre Paraguay y Bolivia conocida como Guerra del Chaco, escapó con otros compañeros del Colegio San José, de curas donde estaba como pupilo, para vivir la aventura de la guerra y sirvió en ella como enfermero; los horrores que presenció lo indispusieron para siempre contra la violencia.

Empezó a escribir teatro a la vez que trabajaba como administrativo de banca o como periodista para El País, diario de Asunción que le facilitó los primeros viajes a Europa, en particular a Inglaterra.

En 1944 formó parte del grupo «Vy'a Raity» («El nido de la alegría» en guaraní), decisivo para la renovación poética y artística de Paraguay en la década del 40, junto a autores como Josefina Plá y Hérib Campos Cervera. Durante la guerra civil, a través del periódico El País fue poniéndose poco a poco a favor de los oprimidos sin formar parte de ningún partido político

En 1945 pasó un año en Inglaterra invitado por el British Council y como corresponsal de guerra de El País; allí entrevistó al general De Gaulle; de allí pasó a Francia y asistió como periodista a los juicios de Núremberg en Alemania.

En 1947 tuvo que abandonar Asunción, amenazado por la represión que el gobierno desataba contra los derrotados en un intento de golpe de Estado, y se estableció en Buenos Aires, Argentina empleándose en una compañía de seguros; allí publicó la mayor parte de su obra.

En 1976 el advenimiento de la dictadura argentina lo obligó a trasladarse a Francia, invitado por la Universidad de Toulouse, y residió en esa ciudad como profesor universitario de literatura y guaraní hasta 1989, en que decidió regresar a su patria tras el derrocamiento del dictador paraguayo Alfredo Stroessner, de quien fue crítico acérrimo.

En 1982 había sido privado de la ciudadanía paraguaya; se le concedería la española honoraria en 1983 y la francesa en 1987. A lo largo de su carrera, Roa Bastos recibió varios premios, destacando el premio del British Council (1948) Concurso Internacional de Novelas Editorial Losada (1959) el Premio de las Letras Memorial de América Latina (Brasil, 1988), el Premio Nacional de Literatura Paraguaya (1995) y distinciones de otros países como la condecoración José Martí del gobierno cubano en el año 2003 y el Premio Konex Mercosur 2004 a las Letras.

En 1989 recibió el Premio Cervantes. Desde su retorno a Paraguay y hasta sus últimos días escribió una columna de opinión en el diario Noticias de Asunción.


Año   y  Obras
1942     El ruiseñor de la aurora, y otros poemas.
1947-1949     El naranjal ardiente, nocturno paraguayo
1953     El trueno entre las hojas
1960     Hijo de hombre
1966     El Baldío
1967     Madera Quemada
1974     Yo el Supremo
1979     Lucha hasta el alba Trueno entre las hojas
1989     El Fiscal
1992     Vigilia del Almirante
1996     Madama Sui
1967     Los pies sobre el agua
1969     Moriencia
1974     Cuerpo presente, y otros cuentos
1974     Los Congresos
1974     El pollito de fuego
1974     Los Congresos
1976     El somnámbulo
1979     Los Juegos
1980     Antología personal
1980     Contar un cuento, y otros relatos
1989     On Modern Latin American Fiction
1996     Metaforismos
1998     Poesías reunidas (con Apéndice y Bibliografía)
2001     Los conjurados del quilombo del Gran Chaco
2002     Un país detrás de la lluvia

José Gaspar Rodríguez de Francia


José Gaspar Rodríguez de Francia

Conocido también como Doctor Francia, Karai Guazú o el Supremo, nació en la ciudad de Asunción (Paraguay) el día 6 de enero de 1766 y falleció en la misma ciudad el 20 de septiembre de 1840. Es considerado como el ideólogo y principal dirigente político que llevó adelante la independencia del Paraguay de la corona española, de la Junta de Buenos Aires y del Brasil. 

Legado

La neutralidad observada por el Doctor Francia en las disensiones de las provincias limítrofes mantuvo al Paraguay en paz con sus vecinos. Su sistema de gobierno le había atraído la simpatía de Juan Manuel de Rosas, gobernado de la provincia de Buenos Aires y virtual gobernante supremo de la Confederación Argentina. Tras su muerte, los cónsules López —sobrino de Gaspar Rodríguez de Francia y más tarde presidente de la república— y Alonso celebraron, imprudentemente, alianza con los unitarios y la alzada provincia de Corrientes (1841 a 1845) en contra de Rosas, violando el principio de neutralidad y de no intervención. El gobernante de la Confederación Argentina, vivamente ofendido por este hecho injustificado, comenzó a hostilizar el Paraguay y a contestar su independencia. Al mismo tiempo, Rosas, mandó publicar en el Archivo Americano, de Buenos Aires (número 29) el elogio al Doctor Francia y la censura de la conducta impolítica y hostil de López hacia el gobierno de la Confederación.

Desde el punto de vista económico, la situación al momento de su muerte era próspera en cuanto a la solución de las necesidades básicas. Se habían expropiado los bienes de los grandes estancieros y de la Iglesia, y establecido un férreo control estatal sobre el comercio. Cada campesino accedía a una parcela de tierra y se le facilitaba la adquisición de herramientas de trabajo y de animales.

La interrupción del comercio, debida tanto al deseo de mantenerse apartado de la influencia de comerciantes extranjeros y de las disensiones internas en la Argentina, como a la persistente hostilidad del gobierno de Buenos Aires que reclamaba al Paraguay como provincia, unido a novedosos mecanismos de protección, facilitaron el desarrollo de ciertas artesanías y diversificación de la producción agrícola, creándose un economía floreciente relativamente autárquica. Sin embargo, la falta de comercio exterior generó una notable falta de ciertos elementos importados, especialmente de metales para el uso diario. El escaso comercio permitido por el dictador permitió adquirir armamentos, pero en cantidades muy limitadas.
Francia había centralizado todas las decisiones, aplastado todo gesto de disenso y eviatado toda posibilidad de ascenso de sus subordinados. También mantuvo una férrea negativa a permitir la educación media y superior y el ingreso de libros y periódicos desde el extranjero. Por último, impidió la formación profesional de los militares, que además obtuvieron solamente grados militares inferiores y conservaron algunos puestos de mando durante un tiempo muy limitado. La consecuencia de toda esta política fue la falta sistemática de hombres ilustrados o capaces de llevar adelante cualquier tipo de responsabilidad política o empresaria. El caso de Carlos Antonio López fue excepcional, por la especial capacidad intelectual de éste, y durante las dos décadas siguientes fue notorio que no tuvo ninguna otra persona en quien depositar su confianza o a quien delegar el gobierno.

El legado de Francia a sus sucesorres fue el de un país sólidamente independiente en lo político y económico, pero incapaz de evolucionar pacíficamente hacia la democracia o la integración económica con el exterior. Por esa razón, el gobierno de López, que se puede considerar su legítimo sucesor en lo político, mantendrí el sistema absolutista sin modificaciones esenciales.

Tras casi un siglo en que su figura fue olvidada fuera de su país, Gaspar Rodríguez de Francia volvió a ser considerado un personaje de interés a partir de su inclusión como el personaje principal de la novela "Yo el supremo", del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, Premio Cervantes 1989.

                                                      Revolución de Mayo
De familia de clase media, hijo de un inmigrante del Brasil, cursó sus estudios básicos en Asunción, y luego se trasladó a la Universidad de Córdoba, donde cursó Teología obteniendo el título de Doctor en Jurisprudencia y en Cánones. Fue también allí donde se introdujo en las lecturas prohibidas de la Enciclopedia Francesa.

De regreso a Asunción, ejerció su profesión en forma particular y postuló para el cargo de Juez provincial.

Desde mucho antes de la revolución de mayo de 1811, el Dr. Francia mantenía contactos con algunos personajes de Asunción que abrigaban planes independentistas. Al conocerse oficialmente la noticia de la Revolución de Mayo en Buenos Aires, que exigía acatamiento a las intendencias subordinadas, el gobernador Bernardo de Velasco convocó una Junta General de los pueblos de la Intendencia del Paraguay, con cierto carácter de cabildo abierto. En la misma se decidió el Rechazo del Paraguay a la Junta de Buenos Aires; durante la reunión, Francia sostuvo la idea de proclamar inmediatamente la independencia del Paraguay tanto de España como del Río de la Plata, pero su moción no fue apoyada por ninguno de los demás asistentes.

Tuvo activa participación en la preparación de la revuelta de los días 14 y 15 de mayo de 1811, que llevarían de hecho a la Independencia del Paraguay. El detonante de la revolución fue la llegada del teniente lusobrasileño José Abreu, enviado del gobernador Diego de Souza, para negociar la asistencia militar portuguesa Velazco, retenido por Fulgencio Yegros durante tres semanas en Misiones, aparentemente para dar más tiempo a los revolucionarios. En ausencia de Yegros, ideólogo inicial del movimiento, el Dr. Francia organizó las fuerzas políticas y militares que se pusieron en marcha, ya que era considerado como el más capaz y de más amplitud de miras de los revolucionarios.

Inicialmente, el gobernador Velasco no fue obligado a renunciar, sino a acaptar gobernar con dos asociados al gobierno; éstos fueron Juan Valeriano de Zevallos y el Dr. Francia. Durante el breve gobierno de Velazco y sus consocios, dirigió la política interior y exterior del país: cambió la composición del cabildo, incorporando a pequeños hacendados conocidos por Francia, ordenó la desocupación de Corrientes y se esforzó por hacer que los portugueses desistieran de enviar la ayuda a la causa realista que Velasco había pedido.

                    La Junta de Gobierno paraguaya

El día 19 de junio se reunió un Congreso paraguayo que decidió la deposición de Velasco. En su lugar fue electa una Junta de Gobierno, presidida por el teniente coronel Fulgencio Yegros, como presidente y comandante general de armas, e integrada por los vocales Rodríguez de Francia, el capitán Pedro Juan Caballero, el sacerdote Francisco Javier Bogarin y Fernando de la Mora.

Los desacuerdos entre los miembros de la Junta estallaron pronto, y Rodríguez de Francia renunció a su cargo el 1 de agosto, como protesta ante las constantes irrupciones del poder militar y los amiguismos de los otros miembros de la Junta. Por presión de los jefes militares, unos pocos días más tarde la Junta decidió pedir a Francia que se reitegrara a la Junta. El único miembro de la Junta que se negó a firmar el pedido de que Francia se reincorporara, fray Francisco Bogarín, sería expulsado poco tiempo después.1 El anuncio de su aceptación fue proclamado por el cuartel militar; no obstante, al día siguiente de reasumir Francia su cargo en la Junta, advertía en nota al Cabildo sobre los peligros de la intervención militar:

    Los señores del Cuartel no son el Pueblo ni la Provincia... Qué sería de la Provincia si los soldados prevalidos de las armas... levantaran la mano?

Fue el encargado de negociar con Manuel Belgrano el Tratado confederal entre las juntas de Asunción y Buenos Aires, que afirmaría la paz entre ambos gobiernos, pero que no llevaría a la integración de sus territorios en un solo estado.

En virtud de dicho acuerdo, la Junta nombró a Francia diputado al Congreso General que debía reunirse en Buenos Aires. No obstante, ni Francia se incorporó al mismo, ni el planificado Congreso logró ser reunido hasta el año 1813. 

 EN LA MUERTE DE FRANCIA

¿De quién ha sido maestro?
Nuestro.
¿De su patria con amor?
Señor.
¿Y fué más que Emperador?
Dictador.

Salomón sólo fué rey,
luego es pequeño su honor,
que ha tenido más virtud
nuestro señor dictador.

Cual sol que yendo al ocaso
de noche obscura se ve,
a la región del descanso
nuestro padre se nos fué.

Hombres, niños y mujeres
sus ojos ya son raudales
por plazo de nueve días
como hijo fieles y leales.

Del cañón se oye el furor
y el estruendo del fusil
y en la iglesia repetir
la muerte del dictador.

¿Quien de entre nos se nos fué?
Don José.
¿Quién ejemplo supo dar?
Gaspar.
¿Quién fué padre de arrogancia?
Francia.

Mire el mundo las virtudes
que amó con toda constancia
en la América del Sud,
Don José Gaspar de Francia.


Estos versos fueron escritos en 1840


A la muerte del Exmo. Señor Dictador de la República del Paraguay, debida también a Felipe Buzó, según un manuscrito de letra de la época, cuyo ortografía se conserva.

Hoy la mano del Criador,
como absoluta en obrar,
decretó a nuestro pesar,
la muerte del Dictador.


¡Qué acaso! secreto arcano:

¡Oh aciago y funesto día!
oye el Pueblo la agonía
y que ha muerto el Soberano:
El Héroe Republicano;
nuestro Sabio Dictador,
el digno y merecedor
de la más alta Excelencia,

dispuso de su existencia
hoy la mano del Criador.


¡Oh qué desgracia estupenda

Hado fatal, cruel momento!
¿quién no tendrá sentimiento
a pérdida tan tremenda?
Y pues si fué sin contienda
el sin segundo y sin par,
sepamos por él rogar
a la Majestad Divina,
que ella así lo determina

como absoluta en obrar.


Grabe el buril su memoria,

su nombre quede esculpido,
que será el cuadro lucido
de nuestra dichosa historia:
Él nos ha dado la gloria
de hacernos hoy respetar;
llorésmole sin cesar,
ciñamos un negro velo,

ya que tan severo el Cielo,
decretó a nuestro pesar.


Ya va el ilustre Campeón

entre sus Tropas formadas,
con Banderas enlutadas,
Lanzas, Fusil y Cañón:
un Sepulcro es su mansión
donde yace con honor;
que el Gobierno sucesor
por su celo incomparable
haga al Pueblo soportable

la muerte del Dictador.